jueves, 15 de enero de 2009

Enamorarse de Dios


Enamorarse de Dios es una divina locura.
¿Pero es que el amor no tiene en sí un algo de locura?

Loco es quien crea en su interior un mundo que no existe en realidad. Todo amor forma en sí y para sí el mundo de cualidades con que cree ver adorada a la persona amada. Así es el amor humano, aunque no el divino. Dios es el summun de toda perfección y cualidad. Perfección Infinita, independientemente de nuestro limitado pensar y querer.

El que ama se sale de lo ordinario, de lo normal de ese camino trillado por donde va la masa de los que vegetan.
Conozco a X. Es un enamorado de la música; no se pierde una audición nacional o extranjera. A todas horas tiene encendida la radio, y no se separa de ella un momento mientras sepa que emiten música para selectos. Se ha gastado una fortuna en hacerse con una discoteca escogidísima. Se sabe de memoria obras enteras de los más famosos compositores de todos los tiempos. Es un enamorado de la música.
Tú, que esto meditas, eres un alma enamorada del arte; asistes a todas las conferencias de arte que se dan en la ciudad. Todo libro nuevo sobre arte va a engrosar tu bien surtida biblioteca; tienes relación con no sé cuántos artistas; frecuentas períodicamente tertulias literarias. Tú casa está llena de cuadros, esculturas, obras de arte de todo género. Mientras los otros miembro de tu familia, al llegar a una ciudad, se van a contemplar panoramas, tipismos o a visitar amistades, tú visitas museos, iglesias, pinacotecas y cuanto de artístico te indica la guía turística...Eres un alma enamorada del arte.

Aquella amiga tuya se enamoró de su prometido. Cuando salís las dos solas, no hace sino hablarte de él, compararlo con otros, decirte sus gustos, cualidades... Y cuando contigo no está, piensa en él, le escribe a diario, habla con él frecuentamente por teléfono, recibe sus visitas, sueña con él, dormida y despierta. Está enamorada.
Por estos ejemplos arrancados de nuestro diario vivir, ¿te das cuenta de que sólo a Dios amamos con parsimonia?
El que calcula, no ama. Y todo aquello que sea amar a Dios lo premeditamos antes bien :

"No; que eso va a llamar la atención,...No: eso, no; que no se den cuenta los demás, no sea que me vayan a tener por...¿Darse a Dios? Todo tiene su medida"

¡De modo que no te importa que los demás te sepan enamorado del arte, de tu esposa, de tus hijos, de tu novia, y te da reparo que te sepan enamorado de Dios! ¿Calculas sólo con Dios? Luego no le amas. Los corazones calculadores suelen pecar de egoístas.

¡Enamorarse de Dios!

¿Reparaste en que el amor que Dios te tiene a ti no es precisamente un amor de cálculo, de segunda intenciones? Medítalo.

-¡Con un bautismo de sangre tengo que ser bautizado, y cómo me siento constreñido hasta que se cumpla!
-Fuego he venido a poner a la tierra, ¿y qué he de querer, sino que arda?
-Nos amó hasta el fin.
-Se entregó a sí mismo por nosotros.
-He aquíi el corazón que tanto ha amado a los hombres y que en recompensa no ha recibido sino olvido e ingratitud.

Y, como si no pudieras resistir nuestra fría en el amor, se nos muestra mil manera ingeniosas, que exigen nuestra rendida entrega sin servicio. Aparece con el pecho desgarrado exhibiéndonos su Corazón en llamas. Aparece en la cruz, roto, maltrecho, para que veamos hasta donde llega en sus excesos de amor por nosotros. En Belén se nos muestra como Niño chico, a fin de atraernos con la gracia de lo pequeño. En el Sagrario se nos muestra convertido en alimento de nuestro fatigoso caminar. En el Calvario, como llamarada de fuego y amor, consumiéndose a poder de un sacrificio total.
Es como para proclamar: ¡Pobres de nosotros si Cristo nos amara con la misma parsimonia con que nosotros le amamos a El! ¡Pobre de nosotros si, por no llamar la atención, no hubiera subido Cristo a la Cruz ni se hubiera quedado con nosotros en la Eucaristía!
Me escribiste un día preguntando: "Padre, ¿en qué medida he de amar a Jesús?" Y te respondí con San Bernardo: "La medida del amor a Dios es amarlo sin medida."

¡Enamorarse de Dios! ¡Qué aventura inaudita para un corazón humano!
"Busqué el rostro de Dios sirviéndome de dos lámparas que me habían indicado: la comunión cotidiana y la meditación. Sumir a Dios y pensar en El. Y Dios, que no tarda nunca para quien le espera con afán, que corre al encuentro de quien le busca, que abre al que llama, me mostró su rostro", escribe Carlos Carreto.

¡Enamorarse de Dios! Poder decir sinceramente, exactamente: "Tú eres la razón de ser de mi existencia. "Tú eres el contenido de mi vida", porque te has identificado con El por la quimérica hazaña del amor.
Que no te importe, cuando los demás hablen de ti, que tengan que confesar: "Un pobrecito tocado por Dios."¿Es que pueden darte alabanza mayor?


"Íntimas" del padre redentorista: Lopez Arroniz.

2 comentarios:

***SöL*** dijo...

realmente...¿estamos enamorados de Dios?lo comunicamos? lo expresamos? lo VIVIMOS?

enamorarse de Dios es dejarse amar por ÉL, es escuchar lo que nos dice...
Yo amo la literatura, por ejemplo, me encanta leer... pero intento primero amar a Dios, y después lo demás...pero es muy muy dificil...ME QUEDA TANTO!!! para amarle necesitamos de Él...tan limitados somos!

''Amarás al señor tu Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a tí mismo''

¡¡CUESTA MUCHO AMAR A DIOS!!
es decirle que sí, sin reparos, como María. Es negar al mundo y a uno mismo. Abrazar la cruz y darnos por entero a Él...¡¡ y eso implica tantas cosas!!
Por defecto, confieso que a veces me da miedo decir que INTENTO amar a Dios, (que soy cristiana)...por que implica muchísimo: una forma de pensar, de actuar,...ser diferente y que te miren como tal, ser rechazada y crucificada como lo fue nuestro Señor... pero el cristiano lo hace por amor a Dios y a los demás!!
No podemos pretender amar a Dios sin amar la Cruz.

Sino amamos primero a Dios...nuestro amor a los demás tendrá límites.

Recuerdo eso que dijo Eduardo Verástegui, nuestro amor a Dios se manifiesta en el tiempo que le dedicamos,¿Cuánto hablamos y estamos con él al día?
¿Cuánto le escuchamos? Amar es escuchar y recibir su palabra en nuestro corazón...

¡Cuánto se nos olvidan estas cosas!...

y a mí la primera...
y aún así nos ama!!

Celeste dijo...

Una vez, alguien le comentó a un santo:
-Es que parece, que tengo puesta una velita a San Miguel Arcángel y otra al demonio.
Y el santo le contestó:
-Mientras estés luchando, siempre la tendrás a San Miguel Arcángel.

Necesitamos de la gracia de Dios(=amor) para amar. Si no tenemos vida interior, oración, lectura, sacramentos,...estaremos como dijo el padre el otro día, "anoréxicos" en el amor.
Agua viva, agua pura, ir a la fuente,...para regar allá donde vayamos.