jueves, 13 de agosto de 2009

No me mueve, mi Dios



No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.



Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.



Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.



"Dios ha escogido más bien lo necio del mundo, para confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir lo fuerte. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es. Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios. De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo Dios para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención, a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe, gloríese en el Señor".(1 Cor 1,27-29).

lunes, 3 de agosto de 2009

Si no vas a ser santo, no te ordeno sacerdote


Esto fue lo que dijo el Siervo de Dios Monseñor José María García la Higuera, antes de ordenar a Monseñor Cañizares. "Si no somos santos ¿Para que somos sacerdotes?, Si somos sacerdotes, ¿por qué no somos santos? El sacerdote, otro Cristo por la participación ontológica en su sacerdocio, tiene que ser otro Cristo en la vivencia como Él de ese ser sacerdotal. Además de sacerdote santo, el sacerdote debe ser víctima, sacerdote hostia: unida a Cristo, unido siempre con Él, «ofrecida, consagrada y entregada, consumida en comunión"

D.José María explica que son tres las palabras antisacerdotales:
"La palabra fracasar. No se fracasa. Trabajamos. ¿Qué no hemos conseguido? ¡Déjate de conseguir! El fruto no sabes cuándo viene, ni dónde, ni cómo. El Evangelio dice que nada quedará sin recompensa, y una frase proverbial afirma que no hay ni una gota de sudor sin premio. Bien. Pues también es cierto que no hay ni una gota de sudor sin fruto. Ahora, eso sí, deja al padre de familia que lo administre. Luego, no es palabra sacerdotal, sino que es antisacerdotal la palabra "fracasar".
Es antisacerdotal la palabra reservarse. ¿Reservarse, para qué, para cuándo?
-Es que las cosas...hay que reservarse...
¡No entien
do esa palabra! ¿Para qué te reservas? Como aquel que decía: "Vamos a ver cuánto dura un obispo bien cuidado". Durará muchísimo, o quizás menos, porque se pudre y apolilla.
La palabra reservarse no tiene explicación ninguna. Ahora, que administres bien las cosas, que no seas un loco, que no seas un suicida- que, a veces, no hay suicida que valga, sino mucho, mucho de...-Esa palabra, reservarse, no es sacerdotal. No me reservo ni en tiempo, ni en salud. No. No. No. No me reservo nada.
Tercera palabra: jubilarse. Ciertamente, y está muy bien la ley de la iglesia que preceptúa que nos jubilemos; porque, antiguamente, se discurría a base de "morir al pie de cañón": hermoso, valiente, y 80, y 90 años...Sí, sí, "morir a pie de cañón". Pero hay que decir ahora:
-Perdone; no se trata de "morir a pie de cañón"; se trata de dejar vivir a los demás. ¿Entiende? De manera que, en este caso, jubílese, jubílese en buena hora.
Pero no lleves la palabra "jubilación" a sestear lo que te queda de vida. Siempre podrás decir algo: predicar. Siempre podrás hacer algo: apostolado. Y, si no puedes ni aun eso, siempre podrás decir misa. Y si, ni aun eso, siempre podrás amar, amar. No te jubiles: estáte siempre en vilo. Estáte siempre actuando, de la forma que sea, aunque sea en silencio, aunque sea en tu lecho de dolor, aunque sea en tu silla de inválido. Pero ahí está tu corazón, ahí está tu alma."


Habla del Santo Rosario, para aquellos que critican de que es "rutinario y monótomo":

"En realidad de verdad, los monótomos y rutinarios son los que lo desnaturalizan y deforman con su modo irreflexivo de practircarlo. Les acaece como a quien llamara monótomo a un piano por no saber o no querer tocar más que una sola de sus teclas. En el rosario bien practicado, cada avemaría tiene una resonancia peculiar en el espíritu de quien lo reza, como expresión parcial de la riqueza inagotable de los misterios que debe animar y vivificar ese mismo rezo."
Y añade: "La responsabilidad de este mal comportamiento la compartimos cuantos compartimos la obligación de la educación cristiana de los fieles, en especial de los niños y de los jóvenes".

Habla a las cofradías:

"Toda Hermandad de Penitencia tiene que ser profundamente, hondamente, esencialmente eucarística. Porque tiene que ir de la imagen a la realidad. Porque tiene que ir del retrato a la persona. Porque nadie deja a su madre, que está sentadita en una mecedora en el rincón de la sala, por ir a contemplar, encima del armario, el retrato de hace veinte años. Sino que va a su lado. Y aun cuando yo mire el retrato de mi madre, será no solo para contemplar la belleza de la fotografía, sino para acordarme de ella. Si la tengo ahí al lado, miraré a la fotografía, pero a quién besaré y a quien abrazaré será a ella, no a la fotografía"


Unos versos de D. José María, que muestran su amor a la Virgen y la sencillez de un niño:

Tengo estampa de mi Madre
de mi Madre, estampa tengo,
que yo beso al levantarme,
y al acostarme, yo beso.
Y la beso muchas veces,
pues soy su hijo, y la quiero.
Así pasaré mi vida
entre besos y más besos,
hasta que llegue la muerte
y al fin, la bese en el cielo.
Allí seré mi corazón
que ardió en santos deseos,
que a solas orar gustaba
y sufrió mucho en silencio.
Seré alabanza de gloria,
hostia, sacerdote eterno.
Y cantaré eternamente
el amor de tanto beso
.

miércoles, 22 de julio de 2009

Belísimo Esposo


martes, 19 de mayo de 2009

Como se ha de pedir el favor divino, y la confianza de recobrar la gracia


Capítulo XXX:(Libro III) de Tomas de kempis.-El libro más leído por todos los santos después de la Biblia. Contiene una enseñanzas extraordinarias acerca de la vida espiritual, y de la vida monástica.
No sé sabe con seguridad quién fue el autor del libro aunque hay hipótesis más certeras que pueden deducir quien fue. Ya que el autor se ciñe a: "No mires quien te lo dice, sino qué es lo que te dice"Se dice que fue Tomas de Kempis quien lo escribió, un monje católico del siglo XV.

En una de sus locuciones el Señor le dice:

Jesucristo:

1. Hijo, yo soy el Señor, que conforta en el día de la tribulación. Ven a Mí, cuando no te hallares bien. Lo que más impide la consolación celestial, es que muy tarde vuelves a la oración. Porque antes de orar con atención, buscas muchas consolaciones, y te recreas en lo exterior. De aquí viene que todo te aprovecha poco, hasta que conozcas que yo soy el que libro a los que esperan en Mí; y fuera de Mí no hay auxilio eficaz, consejo provechoso, ni remedio durable. Mas recobrado el aliento después de la tempestad, esfuérzate a la luz de mis misericordias; porque cerca estoy (dice el Señor) para reparar todo lo perdido, no sólo cumplida, sino abundante y colmadamente.



2. ¿Por ventura hay cosa difícil para Mí? ¿O seré yo como el que dice y no hace? ¿Dónde está tu fe? Ten firmeza y perseverancia. Sé varón fuerte y magnánimo, y a su tiempo te llegará el consuelo. Espérame, espera; Yo vendré y te curaré. Tentación es la que te atormenta, y vano temor el que te espanta. ¿Qué aprovecha el cuidado de lo que está por venir, sino para tener tristeza sobre tristeza? Bástale a cada día su afán. Vana cosa es y sin provecho entristecerse o alegrarse de lo venidero, que quizás nunca acaecerá.


3. Pero es propio de la humana flaqueza engañarse con tales imaginaciones; y también es señal de poco ánimo dejarse burlar tan ligeramente del enemigo. Pues el que no cuida que sea verdadero o falso aquello con que nos burla o engaña; o si derribará con el amor de lo presente, o con el temor de lo futuro. No se turbe, pues, ni tema tu corazón. Cree en Mí, y ten confianza en mi misericordia. Cuando piensas que estás lejos de Mí, estoy más cerca de ti regularmente. Cuando piensas que está todo casi perdido, entonces muchas veces está cerca la ganancia del merecer. No está todo perdido cuando alguna cosa te sucede contraria. No debes juzgar como sientes ahora, ni embarazarte ni acongojarte con cualquier contrariedad que te venga, como si no hubiese esperanza de remedio.


4. No te tengas por desamparado del todo, aunque te envíe a tiempos alguna tribulación, o te prive del consuelo deseado; porque de este modo se llega al reino de los cielos. Y sin duda te conviene más a ti, y a los demás siervos míos, ser ejercitados en adversidades, que si todo os sucediese a vuestro gusto. Yo penetro los secretos; y sé que te conviene mucho para tu bien, que algunas veces te deje desconsolado; para que no te ensoberbezcas en los sucesos prósperos, ni quieras complacerte en ti mismo por lo que no eres. Lo que yo te di, te lo puedo quitar, y volvértelo cuando me agradare.


5. Cuando te lo diere, mío es: cuando te lo quitare, no tomo cosa tuya, pues mía es cualquier dádiva buena y todo don perfecto. Si te enviare pesadumbre, o alguna contrariedad, no te indignes, ni desfallezca tu corazón. Presto puedo levantarte, y mudar toda pena en gozo. Justo soy, y digno de ser alabado, cuando así me porto contigo.

jueves, 7 de mayo de 2009

viernes, 1 de mayo de 2009

Condiciones para comulgar: Importantisimo

¿Ayuno antes de comulgar?

¿Cuántos minutos tiene una hora?
El tercer requisito ¿es de verdad necesario?

Para recibir la Sagrada Eucaristía hacen falta tres condiciones: 1) estar en gracia de Dios; 2) saber a quien se va a recibir, acercándose a comulgar con devoción; 3) y guardar una hora de ayuno antes de comulgar. Nos ocuparemos de la última para analizar si es realmente importante.

Qué dice la ley de la Iglesia

El Catecismo de la Iglesia Católica señala en el número 1387 la tercer condición para comulgar dignamente: «Para prepararse convenientemente a recibir este sacramento, los fieles deben observar el ayuno prescrito por la Iglesia (cf CIC can. 919). Por la actitud corporal (gestos, vestido) se manifiesta el respeto, la solemnidad, el gozo de ese momento en que Cristo se hace nuestro huésped».

El Código de Derecho Canónico contiene la ley de la Iglesia de rito latino (hay otro Código para los de rito oriental). El canon al que remite el Catecismo dice:

«CIC 919 #1 Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la sagrada comunión, a excepción de agua y de medicinas.
CIC 919 #3 Las personas de edad avanzada o enfermas, y asimismo quienes las cuidan, pueden recibir la santísima Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior.»

No es sólo un consejo, es mucho más. Es una disposición jurídica: “deben observar el ayuno” y “ha de abstenerse de cualquier alimento” son expresiones de obligatoriedad que prescriben que no se debe comulgar sin cumplir esta condición.

¿Pasado de moda?

Algunos piensan que la necesidad de una hora de ayuno antes de comulgar “no corre más”. Dicen que “eso era antes”, como si ya no estuviera vigente en la Iglesia. Lo ven como algo de la época de nuestras abuelas…
Sólo querría recordarles que el Código de Derecho Canónico del que hablamos no es el viejo de 1917, sino el sancionado en 1983. Y el Catecismo de la Iglesia publicado en 1992. Y que están ambos vigentes en la Iglesia. El último documento que habla del ayuno eucarístico es el Instrumentum laboris del Sínodo sobre la Eucaristía (octubre de 2005). Es decir, que la actualidad del precepto está fuera de toda duda.

¿Caben excepciones?

La ley meramente eclesiástica –ley humana de la Iglesia– no obliga cuando hay una dificultad grave. En este tema, no parece fácil imaginar un caso así, fuera de la situación de enfermedad expresamente prevista en el canon citado.

Una pregunta frecuente

No es raro oir esta pregunta: “¿cuántos minutos tiene la hora de ayuno antes de comulgar?” O, “si me faltan cinco minutos, ¿puedo comulgar?”
Primero, lo obvio: en principio las horas son de 60 minutos.

Además el texto de la ley, no dice escuetamente una hora, como si pudiéramos comenzar a regatearle algunos minutos, sino “al menos una hora antes”, es decir, que apunta a que sea más de una hora. No exige que sea una hora, sino que señala un límite inferior.
No olvidemos que hasta tiempos de Pío XII el ayuno regía desde el día anterior. Por esto no había entonces Misas vespertinas. En la década del 50 del siglo pasado, dicho Papa redujo el ayuno a tres horas; y, después del Concilio Vaticano II, se pasó a una hora.

Sentido del ayuno

La Iglesia no pretende limitar la Comunión –que sean menos los fieles que comulgan– sino velar por el respeto y la veneración a tan gran sacramento porque recibimos al mismo Cristo.

En el Instrumentum laboris del XI Sínodo sobre la Eucaristía (octubre de 2005), se señala que “Ha sido expresado el deseo de restituir en todos los lugares al ayuno eucarístico aquella rigurosa atención que todavía está en uso en las iglesias orientales. En efecto, el ayuno, como dominio de sí, exige el concurso de la voluntad y lleva a purificar la mente y el corazón. San Atanasio dice: «¿Quieres saber cuáles son los efectos del ayuno?... expulsa los demonios y libra de los malos pensamientos, alegra la mente y purifica el corazón». En la liturgia cuaresmal se invita a menudo a la purificación del corazón mediante el ayuno y el silencio, como recomienda San Basilio. En alguna respuesta a los Lineamenta se pregunta acerca de la oportunidad de reconsiderar la obligación de las tres horas de ayuno eucarístico.”

¿Me voy a perder de comulgar por cinco minutos?

Sí, porque nadie te obligó a comer.
En realidad nadie te prohíbe comulgar. Sencillamente no te has preparado lo suficiente: te faltan unos minutos de preparación y por respeto a la Eucaristía, no querrás ser descortés con el Señor. Es precisamente el amor a la Eucaristía lo que te lleva a no comulgar.

Comunión y obediencia

Hoy no pocas personas incumplen este precepto de la Iglesia, escudándose en que comulgar es muy importante.
Sí que lo es, pero más importante es la obediencia.
Te cuento el caso del Rey Saúl. Dios le encarga que después de derrotar a los amalecitas, destruyera todo lo de este pueblo. Después de la victoria, Dios envía a Samuel a recriminarle no haber cumplido su mandato. La conversación, si no fuera trágica, resultaría divertida. Samuel le pregunta: ¿por qué no has cumplido lo que Dios te ordenó? Saúl comienza a responder que cumplió perfectamente... Samuel lo corta con una ironía: ¿Qué es entonces ese mugir de vacas, ese balar de ovejas, etc., que escucho? A lo que el rey intenta justificar, diciendo que reservó lo mejor del ganado para sacrificarlo en honor de Dios. Aparentemente, un loable proyecto. Respuesta de Dios a través de Samuel: “Vale más la obediencia que las víctimas”. De hecho, por esta desobediencia Dios rechazó a Saúl como rey, y eligió a David para que lo sustituya. Una desobediencia que tenía aparentemente una buena excusa, una desobediencia con una aparente buena intención: “prefiero la obediencia al sacrificio”.

Es mejor no comulgar obedeciendo a la Iglesia que comulgar desobedeciendo

Es imposible que sea grato a Dios que comulguemos desobedeciendo.
Seguro, sin lugar a la menor duda, es más grato a Dios que no comulgues si te falta el tiempo de ayuno como expresión de respeto y obediencia, que comulgar por capricho yendo en contra de la ley de la Esposa de Cristo: ¿te acordás del "todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo"?

Conclusión: tiene más mérito delante de Dios (es decir, es más valioso) el acto de obediencia consistente en dejar de comulgar para obedecer a la Iglesia, que comulgar desobedeciendo (si es que esto tuviera algún mérito y no fuera una falta...).

¿Se puede dispensar?

Algunos fieles pretenden que el sacerdote, les autorice a Comulgar sin el debido tiempo de ayuno. Debemos decir que no corresponde, ya que el sacerdote no tiene potestad para dispensar de una ley eclesiástica: no puede hacerlo, y, si lo hiciera, el permiso sería nulo (como si yo te diera permiso para casarte siendo menor de edad: no tengo este poder; si diera el permiso, sería falso, inválido, nulo).

Motivos pastorales y prácticos

Además de los motivos jurídicos, morales y de méritos para no comulgar sin el ayuno correspondiente, también hay un motivo práctico: quien deja de comulgar por que "no le dio el tiempo", calculará mejor la próxima vez y se preparará con más delicadeza a comulgar. No le sucederá más, ya que estará más atento.
Quien comulga sin el tiempo debido, cada vez será más laxo en su cálculo… e irá estirando el tiempo… Y vivirá en el "filo de la navaja".

La Eucaristía merece respeto.

Hemos de hacer bien las cosas buenas. No ser chantas para hacer el bien.
Alguno podría pensar “da igual”, “cómo te vas a hacer problema por unos minutitos?”, “no seas exagerado”.
No, no da igual. Es respeto. Es delicadeza. Muestra cuanto valoras el Sacramento.
Comulgar no es cualquier cosa. Es lo más grande que podemos hacer en esta vida.
La liturgia hace rezar al sacerdote antes de recibir la Comunión en la Santa Misa una oración con un pedido singular: que esa Comunión “no sea para mí motivo de juicio y condenación”. Por algo lo pide, y el que lo pide es el sacerdote, y lo pide para sí mismo.

Si no comulgás un día por no llegar al ayuno mínimo requerido de una hora, no pasa nada. No es pecado, no es una falta de respeto, no es una falta de interés. No es obligación comulgar y, por lo mismo, no es falta no hacerlo. Si tenés tantas ganas de comulgar, ofrecé a Dios el no poder hacerlo; hacé una Comunión espiritual. Y cumplí con lo que está mandado para custodiar la dignidad de este sacramento.

Es absurdo cometer un pecado por comulgar sin las debidas disposiciones, sin ninguna necesidad de hacerlo

Dejame que lo repita: dejar de comulgar no es pecado. Desobedecer la ley eclesiástica sí lo es. Obedecer la ley de la Iglesia es meritorio. Cometer un pecado intentando hacer algo bueno es totalmente ridículo.


P. Eduardo Volpacchio
capellania@colegioelbuenayre.edu.ar
28.10.05

domingo, 26 de abril de 2009

Amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo

Para amar al prójimo, primero debemos amarnos a nosotros mismos. Ya que el Señor nos dice" Ama al prójimo como a ti mismo" por tanto, si tú no te amas primero no puedes amar al prójimo.
¿Cómo amarse a sí mismo? Pues el amor a sí mismo, no es como hoy en día "el mundo" enemigo nuestro, al igual que el pecado y la carne como afirma san Agustín, nos dice que amarnos a nosotros mismos es ponernos más guapos, ir vestidos muy monos y monas, da igual que seas hippie, funky, pija,...total te preocupas por tus modelitos da igual de que color y corte sea. Amarte a ti mismo, no es estar horas al sol bronceandote, y darte unas vacaciones en el caribe, ni salir de fiesta por la noche. No. Ese no es el amor a uno mismo.

El verdadero AMAR A SÍ MISMO, es la propia SALVACIÓN del alma. Pues este cuerpo, se lo comen los gusanos, y tanto esfuerzo para estar "bien contigo mismo" dónde se quedó? te lo pudistes llevar contigo? NO. Ese es el verdadero amor propio: nuestra salvación. "De qué te sirve ganar el mundo entero, si te pierdes a ti mismo?" Nos dice el Señor. Preocuparnos por nuestra alma. Si, el alma no la vemos, no vemos en que estado está. Pero la luz de Dios nos desvela esa falta de conocimiento.

Nunca podremos llegar a conocernos, si no conocemos a Dios. Porque hemos sido creados a imagen y semejanza de El, y verLE y conocerLE, es como si nos viéramos y nos conociéramos. Y conociendo la verdad, hallamos la humildad, ya que vemos que estamos hechos de barro y que nada somos, y nada podemos hacer sin El como El bien nos dice. Acercarnos a la Luz, es poner todo al descubierto, nuestras obras, pensamientos, inclinaciones,...Sí. El que no conoce la Biblia, no conoce a Jesucristo. San Agustín
Buscar nuestra salvación, cumpliendo los mandamientos como nos pide el Señor:




Maestro, ¿Qué he de hacer para tener en herencia la Vida Eterna?

El le dijo: “¿Qué esta escrito en la ley? ¿Cómo lees? ”

Respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Le dijo entonces:

Bien has respondido. Haz eso y vivirás”. (LC. 10, 25-28)

El primero "Amarás al Señor sobre todas las cosas", ese es el primero de todos. Ya que amando al Señor, es imposible no amar a tu hermano. Y el incumplimiento de esta ley de amor, vienen todos los demás mandamientos donde se derivan todos los pecados. Amar al Señor de todo corazón, amarlo de verdad y entregarnos a El. El está en el sagrario, allí nos espera para que nos empapemos de su gracia y amor. Al salir, nos espera en el hermano, para que le amemos y le hagamos llegar el Amor de Dios, con nuestras palabras, ejemplo, oración,...El Señor nos espera en la confesión, ya que cuando caemos, traicionemos, el nos espera con los brazos abiertos como el padre del hijo pródigo. Para levantarte, fortalecerte. Todo, consiste en amar a Dios, todo.
El nos amó primero, y entregó a su hijo único. Antes de que pecaras, ya se había crucificado.
¿Existe un amor más grande?


jueves, 12 de marzo de 2009

La presencia de Dios


Dichoso quien se encuentre siempre en la presencia de Dios.

Pues hay a veces que vivimos como si Dios no existiera, incluso aunque creemos en El. A veces, no tenemos en cuenta que Dios mira todos nuestros pensamientos, intenciones e inclinaciones. Y sobre todo que mira en lo escondido.

A Dios es imposible engañarlo, El lo ve todo, aunque no sintamos su presencia. Y sobre todo ve "en lo escondido", es decir, en todo aquello que escapa a la vista de los demás. En lo escondido de tu corazón, en lo escondido de tu casa, ve todo lo que haces y dejas de hacer, y sus ángeles no dejan de subir y bajar del cielo a la tierra para enseñarle y escribir en el libro de tu vida todo.

Sí, ahora Dios calla y nosotros hablamos. Pero llegará el momento en que Dios hable, y nosotros callemos. Esto es, en nuestro juicio.


Hoy día, la gente no piensa en el juicio, ni en la muerte. Y esque no saben, que después de la muerte, es entonces cuando se comienza la vida. Se quiere vivir el "carpe diem", sin importarnos que pasará después. Pero esque nadie podrá escapar de ese "después", y no olvidemos que el apóstol nos dice, que hasta las pequeñas palabras tendrán su peso en el juicio.

No nos engañemos, es así. Te dirás: ¿qué?! ¿hasta mis palabras tendré que medir?

Si hasta tus palabras, tus miradas, todo,...porque el Señor nos dice: ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? 18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.(mateo 15:11-20)

El problema es la falta de conocimiento de Dios, la falta de amor a Dios. ¡Si conociéramos el don de Dios! Mira que nosotros somos NADA, y nos creemos todo. En cambio, como dijo el Señor en el huerto de los olivos: YO SOY, y nosotros no somos. Y ante estas palabras los soldados calleron de rodillas.

Y acabo con el discurso sacerdotal del Señor, su oración al Padre, rogando por los sacerdotes, por los pastores de su pueblo, por aquellos que siguen su Palabra, que siguen al sucesor de Pedro.

"Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos;10y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos.11Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros.12Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.13Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí mismos.14Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.15No te ruego que los saques del mundo, sino que los guardes del maligno.16Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.17Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad.18Como tú me enviaste al mundo, yo también los he enviado al mundo.19Y por ellos yo me santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad.20Mas no ruego sólo por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,21para que todos sean uno(...)"(Jn, 17)

Contemplar el Evangelio de hoy

Texto del Evangelio (Lc 16,19-31):

En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: «Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y un pobre, llamado Lázaro, que, echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico pero hasta los perros venían y le lamían las llagas.»Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Murió también el rico y fue sepultado. Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo: ‘Padre Abraham, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama’. Pero Abraham le dijo: ‘Hijo, recuerda que recibiste tus bienes durante tu vida y Lázaro, al contrario, sus males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros’. »Replicó: ‘Con todo, te ruego, padre, que le envíes a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les dé testimonio, y no vengan también ellos a este lugar de tormento’. Díjole Abraham: ‘Tienen a Moisés y a los profetas; que les oigan’. Él dijo: ‘No, padre Abraham; sino que si alguno de entre los muertos va donde ellos, se convertirán’. Le contestó: ‘Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite’».


Comentario: Rev. D. Xavier Sobrevía i Vidal (Sant Boi de Llobregat-Barcelona, España) «Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite»


Hoy, el Evangelio es una parábola que nos descubre las realidades del hombre después de la muerte. Jesús nos habla del premio o del castigo que tendremos según cómo nos hayamos comportado.El contraste entre el rico y el pobre es muy fuerte. El lujo y la indiferencia del rico; la situación patética de Lázaro, con los perros que le lamen las úlceras (cf. Lc 16,19-21). Todo tiene un gran realismo que hace que entremos en escena.Podemos pensar, ¿dónde estaría yo si fuera uno de los dos protagonistas de la parábola? Nuestra sociedad, constantemente, nos recuerda que hemos de vivir bien, con confort y bienestar, gozando y sin preocupaciones. Vivir para uno mismo, sin ocuparse de los demás, o preocupándonos justo lo necesario para que la conciencia quede tranquila, pero no por un sentido de justicia, amor o solidaridad.Hoy se nos presenta la necesidad de escuchar a Dios en esta vida, de convertirnos en ella y aprovechar el tiempo que Él nos concede. Dios pide cuentas. En esta vida nos jugamos la vida.
Jesús deja clara la existencia del infierno y describe algunas de sus características: la pena que sufren los sentidos —«que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama» (Lc 16,24)— y su eternidad —«entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo» (Lc 16,26).
San Gregorio Magno nos dice que «todas estas cosas se dicen para que nadie pueda excusarse a causa de su ignorancia». Hay que despojarse del hombre viejo y ser libre para poder amar al prójimo. Hay que responder al sufrimiento de los pobres, de los enfermos, o de los abandonados. Sería bueno que recordáramos esta parábola con frecuencia para que nos haga más responsables de nuestra vida. A todos nos llega el momento de la muerte. Y hay que estar siempre preparados, porque un día seremos juzgados.


lunes, 9 de marzo de 2009

Mortificación interior= Mortificación de la voluntad

Mortificación significa ir muriendo. Mueriendo a nosotros mismos. Al igual que Cristo queriendo hacer la Voluntad del Padre, hacía morir su voluntad: "¡Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz! Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22, 42). Nosotros discípulos suyos también debemos seguir el mismo camino.

Morir nuestra voluntad, para que nazca y crezca la Voluntad de Dios en nosotros.

Esto es la mortificación interior del cristiano.

"El reino de los cielos padece fuerza y los que se la hacen lo arrebatan" (Mt. 11, 12.)

Tu entendimiento es luz que guía. Pero tu voluntad es la que toma las decisiones. Y también en ésta cabe la desviación y el desorden. También ha de alcanzar la mortificación a tu voluntad, para poner orden en tu vida.

Ya sabemos como se empieza a cumplir la Voluntad de Dios: cumpliendo los mandamientos. Es imprescindible y necesario, comenzar por aquí, ya que sino todo esfuerzo carece de sentido, y nuestra alma andaría caminando muerta, sin vida en Cristo. "Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre”. Mc 3, 31-35 Sería tan inútil, como querer sacar el polvo de un mueble, sin sacarle antes todas las rocas que tiene encima.


1. Hay una norma segura para tu voluntad: la sujeción a la voluntad de Dios. En principio, aceptamos todos esta norma. Estamos convencidos de que no hay otro camino seguro en nuestra vida espiritual y en nuestra actuación de apostolado. Pero en la práctica... ¡cuántas desviaciones!La vanidad y el amor propio se mezclan hartas veces en nuestras mejores obras. Y la intención se tuerce. Hace falta educar la voluntad para que no se deje guiar por esas intenciones torcidas, que quitan o disminuyen el mérito de nuestras buenas obras. Y esta educación se consigue con la mortificación. Aquí se pueden atribuir tantos fracasos en la vida de apostolado, proyectos que se hicieron con grandes fines y resultaron estériles. Pues más tarde nos damos cuenta, que realmente no buscábamos el bien de los demás, sino que nos buscábamos a nosotros mismos, o en un principio pura era nuestra intención pero terminó manchándose con el amor propio: querer ser más conocido, que conozcan los demás mi gran sabiduría, presencia social,...

Esta es la lucha y la cruz que tenemos que coger: Si uno quiere venirse conmigo, que reniegue de sí mismo, que cargue con su cruz y me siga»

2. Nuestra voluntad se inclina naturalmente a las cosas fáciles y agradables. Aceptamos las cosas difíciles tan sólo cuando una razón de orden superior nos obliga a ello.El camino de la perfección es difícil. Por eso nuestra voluntad se resiste a seguirlo. Las prácticas de piedad no resultan siempre agradables. Por eso nos dejamos dominar fácilmente por la pereza cuando se trata de practicarlas. El apostolado es costoso. Por eso tardamos en decidirnos a ejercerlo plenamente.Esa pesadez o pereza para el bien es una desviación de la voluntad que es necesario corregir. Y esto ha de ser también fruto de la mortificación de la voluntad.La falta de orden en tu vida piadosa puede fomentar esa pereza. Por eso uno de los medios que habrás de emplear para corregirte, habrá de ser el proponerte un plan completo para tu vida espiritual. El plan de vida bien hecho y la sujeción completa al mismo, cuando está aprobado por el director, puede ser un medio poderoso para vencer esa pereza que tu voluntad arrastra como consecuencia del pecado."Guarda el orden y el orden te guardará a ti", escribe San Agustín. Lo que más fomenta la pereza en todos los órdenes de la vida es la falta de un plan concreto y adecuado. El que tiene obligaciones fijas que no puede eludir, se ve impulsado por ellas a sacudir su apatía y su pereza. Y el que, aun teniendo obligaciones, no las tiene ordenadas y no tiene algo concreto que reclame su atención y su actividad en un momento determinado, se deja influir por la indecisión, que es madre de la pereza.Cuesta sujetarse a un plan de vida, lo sé. Pero no olvides que estamos hablando de mortificación. "El reino de los cielos padece fuerza", dijo Jesús. Y es necesario hacerse violencia para conseguirlo.


Hincapié nuevamente en la oración:

"Si estás tan ocupado que no puedes rezar, resulta que estás más ocupado de lo que conviene" Madre Teresa de Calcuta.

Si le das más a comer a tu cuerpo que a tu alma, resulta que estás más anoréxico de lo que crees. Ya que necesitamos que la sabia de la oración, y sacramentos, entre en nuestra vida, y despierte nuestro ser y amor a Dios, y con El y por El, solo así, daremos frutos en nuestra vida.

Si quieres cambiar algo en ti: ora, si necesitas algo: ora, si no sabes qué hacer: ora. Orar, orar,..."Sin Mí no podéis hacer nada" dice el Señor, todo se consigue con la oración. El Señor da a quien le pide, abre a quien llama, y sale al encuentro de los que le buscan. Pues no ha venido a por los que están sanos, sino a por los que están enfermos. Por lo tanto, si nos consideramos que lo tenemos todo, que somos los mejores en todo, y que no necesitamos de nada ni nadie, por supuesto que no acudiremos al Señor, y aunque así fuera, antes deberíamos de vaciarnos nosotros mismos, para que Dios pueda entrar en nuestro corazón. En cambio el humilde, que se considera miserable y sin nada, Dios lo enaltece revistiendo y enriqueciendo a esa alma de gracias.

Tenemos una gran deuda con Dios: amarLE, como El nos amó.

No nos acomedemos a este mundo, pues no nos quedaremos en él. Comencemos nuestro gran negocio: el de la vida eterna.

Todo para mayor gloria de Dios.

Web:http://www.legiondemaria.org/meditacion_la_mortificacion_interior_v.htm

sábado, 21 de febrero de 2009

domingo, 15 de febrero de 2009

Orar con San Alfonso María de Ligorio


San Alfonso María de Ligorio es doctor de la oración. Y es una verdadera joya tener la oportunidad de leer sus escritos y poder aprender de él.

¡Orar siempre!...
"Orad, orad, orad y no abandonéis jamás la oración: el que ora se salva, el que no ora, se pierde".
"Hay quienes recitan muchas oraciones vocales; pero, si no se practica la oración mental, difícilmente se harán bien las vocales, que se pronuncian distraídamente, por lo que apenas si las escucha el Señor...
Y esto se comprueba con la experiencia: muchos recitan diversas oraciones vocales, el oficio divino, el rosario, y, sin embargo, caen en pecado y continúan viviendo en él.
Por el contrario, quien se ejercita en la oración mental, cae díficilmente en pecado; y si alguna vez tiene la desgracia de caer, no será fácil que permanezca mucho en tan miserable estado; o dejará la meditación, o dejará el pecado.
Oración y pecado no pueden vivir juntos"

Nos exhorta a pedir el don de la oración:

"Dios del alma mía,...se que tú me escucharás siempre cuando recurra a ti.
Pero temo olvidarme de orar por negligencia mía, y que eso sea la causa de perder tu gracia.
Por los méritos de Jesús concédeme la gracia de orar, pero una gracia abundante, que me haga orar siempre y orar como se debe.
¡Oh María, Reina mía!, tú que consigues de Dios cuanto le pides, por el amor que a Jesús
profesas, obtenme la gracia de orar, de orar siempre sin fatigarme hasta el momento de la muerte.Amén" -(Cuadro de la Virgen María pintado por San Alfonso M. de Ligorio)


Orar ante Cristo crucificado:


"Sí mi dulce Redentor, permíteme decirte, ¡estás loco de amor! No es una locura que hayas querido morir por mí, por un gusano, un ingrato pecador y traidor. Pero, si tú Dios mío, te has vuelto loco de amor por mí, ¿Cómo no me vuelvo yo loco de amor por ti?
Después de haberte visto morir por mí, ¿Cómo no me vuelvo yo loco de amor por ti? Después de haberte visto morir por mí, ¿cómo puedo pensar en otra cosa fuera de ti?
¿Cómo puedo yo amar otra cosa que a ti?
Oh latigazos, oh espinas, oh clavos, oh cruz, oh heridas, oh dolores, oh muerte de Jesús, vosotros me apretáis tanto, vosotros me forzáis tanto por amar a quien tanto me ha amado."

lunes, 9 de febrero de 2009

Perdónanos,...



...igual que nosotros perdonamos al que nos ofende.

Por lo tanto, si no perdonamos a nuestros hermanos el Señor no nos perdonará.

"Y dijo Jesús: Porque si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras faltas"(Mt, 14-15)

El Señor ve los corazones, y a El no se le puede engañar.

Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará». (Mc 4,21-25)

"El cielo y la tierra pasarán, pero mis Palabras no pasarán" (San Lucas 31,33)

¿Hasta cuántas veces tengo que perdonar?

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús, le preguntó:
- ¿Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?
Jesús le contesta:
- No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siente.
Y les propuso esta parábola:
- Se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus empleados. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él, con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así.
El empleado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo».
El Señor tuvo lástima de aquel empleado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. Pero al salir, el empleado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios, y agarrándolo lo estrangulaba diciendo:
«Págame lo que me debes».
El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo:
«Ten paciencia conmigo y te lo pagaré».
Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. Entonces, el señor lo llamó y le dijo:
«¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?».
Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda.
Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo si cada cual no perdona de corazón a su hermano.Mt(18,21-35)

sábado, 31 de enero de 2009

miércoles, 28 de enero de 2009

San Juan de la Cruz, contemplando al Señor crucificado, decía:



"Ahora entiendo, Señor, por qué te has quedado sin amigos"




Sólo hay una meta en la vida: Amar. ¿y qué vas a querer mejor para alguien que viva eternamente feliz, su salvación?

Señor, a ti te escupieron, te insultaron, te crucificaron. Todos tus amigos se fueron, te abandonaron, ¿dónde estaba Señor, dónde estaban aquellas cinco mil personas que te seguían? aquellas miles de personas que escuchaban tus parábolas, todos aquellos que curastes, aquellos que hicistes milagros, dónde Dios mío, dónde están Señor? Y apesar de todas las humillaciones, de la flagelación, de los insultos, tu implorabas a Dios:
"Señor, perdónales porque no saben lo que hacen"
¿Existe acaso un Amor más grande?



Ahora entiendo Señor, ahora entiendo, por qué te quedastes sin amigos...

lunes, 19 de enero de 2009


"Ladran, luego...cabalgamos!"(El Quijote)

jueves, 15 de enero de 2009

Enamorarse de Dios


Enamorarse de Dios es una divina locura.
¿Pero es que el amor no tiene en sí un algo de locura?

Loco es quien crea en su interior un mundo que no existe en realidad. Todo amor forma en sí y para sí el mundo de cualidades con que cree ver adorada a la persona amada. Así es el amor humano, aunque no el divino. Dios es el summun de toda perfección y cualidad. Perfección Infinita, independientemente de nuestro limitado pensar y querer.

El que ama se sale de lo ordinario, de lo normal de ese camino trillado por donde va la masa de los que vegetan.
Conozco a X. Es un enamorado de la música; no se pierde una audición nacional o extranjera. A todas horas tiene encendida la radio, y no se separa de ella un momento mientras sepa que emiten música para selectos. Se ha gastado una fortuna en hacerse con una discoteca escogidísima. Se sabe de memoria obras enteras de los más famosos compositores de todos los tiempos. Es un enamorado de la música.
Tú, que esto meditas, eres un alma enamorada del arte; asistes a todas las conferencias de arte que se dan en la ciudad. Todo libro nuevo sobre arte va a engrosar tu bien surtida biblioteca; tienes relación con no sé cuántos artistas; frecuentas períodicamente tertulias literarias. Tú casa está llena de cuadros, esculturas, obras de arte de todo género. Mientras los otros miembro de tu familia, al llegar a una ciudad, se van a contemplar panoramas, tipismos o a visitar amistades, tú visitas museos, iglesias, pinacotecas y cuanto de artístico te indica la guía turística...Eres un alma enamorada del arte.

Aquella amiga tuya se enamoró de su prometido. Cuando salís las dos solas, no hace sino hablarte de él, compararlo con otros, decirte sus gustos, cualidades... Y cuando contigo no está, piensa en él, le escribe a diario, habla con él frecuentamente por teléfono, recibe sus visitas, sueña con él, dormida y despierta. Está enamorada.
Por estos ejemplos arrancados de nuestro diario vivir, ¿te das cuenta de que sólo a Dios amamos con parsimonia?
El que calcula, no ama. Y todo aquello que sea amar a Dios lo premeditamos antes bien :

"No; que eso va a llamar la atención,...No: eso, no; que no se den cuenta los demás, no sea que me vayan a tener por...¿Darse a Dios? Todo tiene su medida"

¡De modo que no te importa que los demás te sepan enamorado del arte, de tu esposa, de tus hijos, de tu novia, y te da reparo que te sepan enamorado de Dios! ¿Calculas sólo con Dios? Luego no le amas. Los corazones calculadores suelen pecar de egoístas.

¡Enamorarse de Dios!

¿Reparaste en que el amor que Dios te tiene a ti no es precisamente un amor de cálculo, de segunda intenciones? Medítalo.

-¡Con un bautismo de sangre tengo que ser bautizado, y cómo me siento constreñido hasta que se cumpla!
-Fuego he venido a poner a la tierra, ¿y qué he de querer, sino que arda?
-Nos amó hasta el fin.
-Se entregó a sí mismo por nosotros.
-He aquíi el corazón que tanto ha amado a los hombres y que en recompensa no ha recibido sino olvido e ingratitud.

Y, como si no pudieras resistir nuestra fría en el amor, se nos muestra mil manera ingeniosas, que exigen nuestra rendida entrega sin servicio. Aparece con el pecho desgarrado exhibiéndonos su Corazón en llamas. Aparece en la cruz, roto, maltrecho, para que veamos hasta donde llega en sus excesos de amor por nosotros. En Belén se nos muestra como Niño chico, a fin de atraernos con la gracia de lo pequeño. En el Sagrario se nos muestra convertido en alimento de nuestro fatigoso caminar. En el Calvario, como llamarada de fuego y amor, consumiéndose a poder de un sacrificio total.
Es como para proclamar: ¡Pobres de nosotros si Cristo nos amara con la misma parsimonia con que nosotros le amamos a El! ¡Pobre de nosotros si, por no llamar la atención, no hubiera subido Cristo a la Cruz ni se hubiera quedado con nosotros en la Eucaristía!
Me escribiste un día preguntando: "Padre, ¿en qué medida he de amar a Jesús?" Y te respondí con San Bernardo: "La medida del amor a Dios es amarlo sin medida."

¡Enamorarse de Dios! ¡Qué aventura inaudita para un corazón humano!
"Busqué el rostro de Dios sirviéndome de dos lámparas que me habían indicado: la comunión cotidiana y la meditación. Sumir a Dios y pensar en El. Y Dios, que no tarda nunca para quien le espera con afán, que corre al encuentro de quien le busca, que abre al que llama, me mostró su rostro", escribe Carlos Carreto.

¡Enamorarse de Dios! Poder decir sinceramente, exactamente: "Tú eres la razón de ser de mi existencia. "Tú eres el contenido de mi vida", porque te has identificado con El por la quimérica hazaña del amor.
Que no te importe, cuando los demás hablen de ti, que tengan que confesar: "Un pobrecito tocado por Dios."¿Es que pueden darte alabanza mayor?


"Íntimas" del padre redentorista: Lopez Arroniz.

lunes, 12 de enero de 2009

El poder de la oración


Jesús dijo a sus discípulos: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le dé una piedra; o si le pide un pez, le dé una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos; porque ésta es la Ley y los Profetas».(Mt 7,7-12)

Y esque muchas veces, tenemos mucha desconfianza en la oración, si no lo vemos ya, si no se nos da ya lo que queremos, desistimos, y lo que aun es peor, si no recibimos lo que queremos, nos enfadamos. El otro día en la misa de siempre, con estas parecidas palabras se dijo:
"Porque la crisis de hoy, ha comenzado cuando se ha dejado la oración. Puesto que la gente no reza, y los que rezan, rezan muy poco. La crisis comenzó, cuando el hombre dejó de mirar a Dios, y comenzó a mirarse a sí mismo. Cuando no se tiene a Dios en el corazón, ahí si hay guerras y odio" (D. Fernando)

Y Dios Padre, siendo infinitamente más bueno de lo que nos imaginamos, conociendo lo que nadie conoce de nosotros, viendo desde lejos nuestros pensamientos y sentimientos, sabiendo lo que nos falta antes de que se lo pidamos,...decidimos no recurrir a El. Y ya nos lo dijo, "Sín Mi no podéis hacer nada" El otro día, en un email recibí, las tres respuestas que Dios puede dar a tu oración.

"Sí"
"Todavía no"
"Tengo algo mejor preparado para ti"

Confianza. Como decía Sta. Faustina, la confianza es la vasija donde están todas las gracias que Dios derrama en nosotros, sin ella nada podemos conseguir.
Dicen los santos, que si conociéramos cuanto Dios nos ama, moriríamos de felicidad.

Ojalá Señor, podamos demostrarte en esta esfímera vida, un poquito de todo el amor que tú nos has demostrado.

viernes, 9 de enero de 2009


Al sabio se le reconoce por sus pocas palabras (San Benito)


domingo, 4 de enero de 2009

Lucecitas en el camino

Cuando te venga el pensamiento de excusarte, dí: Jesús era inocente, y acusado, calló: yo, que soy tantas veces delincuente, ¿osaré justificarme?

La Cruz es un tesoro precioso, que debemos guardar en silencio por temor a que nos lo roben.
El Sagrado Corazón difícilmente reinará en un corazón en que reina demasiado el amor del placer.

Cualquier juicio que los hombres formen de mí, no puede hacerme diferente a los ojos de Dios.

Muchas veces por querer hacer demasiado, lo echamos a perder todo, y obligamos al Señor a que nos deje hacer y se retire enojado.

Nuestro corazón no se ha hecho más que para Dios: ¡Ay de él si se contenta con menos que con Dios, o si alimenta cualquier otro fuego que el de su puro amor!

Los negocios tocante a la gloria de Dios, son muy diferentes de los del mundo, en los cuales hay que moverse mucho; pero en los de Dios es menester contentarse con seguir su inspiración, y después dejar que obre la gracia y secundar cuanto podamos sus movimientos.

Fuente: Máximas de Sta. Margarita de Alacoque.