miércoles, 12 de noviembre de 2008

Santa Teresita de Lisieux

El Señor

Así como el sol alumbra a los cedros y al mismo tiempo a cada florecilla en particular, como si sola ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa nuestro Señor particularmente de cada alma, como si no hubiera otras. (Manuscrito A, 3 r°)

¡Ah, qué verdad es que sólo Dios conoce el fondo de los corazones!... ¡Qué cortos son los pensamientos de las criaturas!... (Manuscrito C, 19 v°)

Al entregarse a Dios, el corazón no pierde su ternura natural; antes bien, esta ternura crece haciéndose más pura y más divina. (Manuscrito C, 9 r°)

Jesús nos enseña que basta llamar para que se nos abra, buscar para encontrar, y tender humildemente la mano para recibir lo que se pide... (Manuscrito C, 35 v°)

Jesús baja todos los días del Cielo, no para permanecer en el copón de oro, sino para encontrar otro cielo que le es infinitamente más querido que el primero: ¡el cielo de nuestra alma, hecha a su imagen, templo vivo de la adorable Trinidad!... (Manuscrito A, 48)

Vos obráis como Dios, que nunca se cansa de escucharme cuando le cuento con toda sencillez mis penas y mis alegrías, como si él no las conociese... (Manuscrito C, 32)

Puedes, por lo tanto, como nosotras, ocuparte de "la única cosa necesaria", es decir, que aun entregándote con entusiasmo a las obras exteriores, tengas por único fin complacer a Jesús, unirte más íntimamente a él. (Carta 228)

Misericordia



¡Qué alegría más dulce pensar que Dios es justo, es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades, que conoce perfectamente la fragilidad de nuestra naturaleza! ¿De qué, pues, tendría yo miedo? (Manuscrito A, 83 v°)

Te aseguro que Dios es mucho mejor de lo que tú crees. Se contenta con una mirada, con un suspiro de amor... En cuanto a mí, la perfección me parece muy fácil de practicar, porque he comprendido que no hay que hacer más que ganar a Jesús por el corazón. Mira a un niñito que acaba de enojar a su madre, encolerizándose o desobedeciéndola: si se esconde en un rincón con aire en furruñado y grita por miedo a ser castigado, su mamá no le perdonará, ciertamente, su falta; pero si va a tenderle sus bracitos, sonriendo y diciendo : "bésame, no lo volveré a hacer", ¿no le estrechará su madre enseguida contra su corazón con ternura, olvidando todo lo que ha hecho?... Sin embargo, ello sabe que su querido pequeño volverá a las andadas en la primera ocasión, pero no importa: si vuelve a ganarla otra vez por el corazón, nunca será castigado. (Carta 171)

Siento que si, por un imposible, encontrases a un alma más debil, más pequeña que la mía, te complacerías en colmarla de favores mayores todavía, con tal que ella se abandonara con entera confianza a tu misericordia infinita. (Manuscrito B, 5 v°)

Si, estoy segura de que aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que pueden cometerse, iría, con el corazón roto por el arrepentimiento, a arrojarme en los brazos de Jesús, porque sé muy bien cuánto ama al hijo pródigo que vuelve a él. (Manuscrito C, 36 v°)

Ánimo

¿Quisiéramos no caer nunca? ¿Qué importa, Jesús mío, que yo caiga a cada instante? Veo en ello mi debilidad, y esto es para mí una ganancia grande. Vos veis en ello lo que puedo hacer, y por eso os sentiréis más inclinado a llevarme en vuestros brazos... Si no lo hacéis, es que os gusta verme por el suelo... Si es así, no me inquietaré, sino que seguiré tendiéndoos mis brazos suplicantes y llenos de amor. ¡No puedo creer que me abandonéis!... (Carta 65)
La única felicidad que hay en la tierra es la de trabajar por juzgar siempre deliciosa la parte que Jesús nos asigna. (Carta 228)

Confianza

Mi camino es todo de confianza y de amor, no comprendo a las almas que tienen miedo de tan tierno amigo (Carta 203)
Cuando uno arroja sus faltas con una confianza enteramente filial, en el brasero devorador del Amor, ¿cómo no van a ser consumidas para siempre? (Carta 220)
Pero tengo una confianza tan grande en él, que no podrá abandonarme; lo dejo todo en sus manos. (Carta 16)
No nos cansemos de orar. La confianza obra milagros... (Carta 108)
Las criaturas son peldaños, instrumentos, pero la mano de Jesús es la que lo dirige todo. En todo se le ha de ver solo a él... (Carta 128)
Comprendo, más que nunca, que los pequeños acontecimientos de nuestra vida están dirigidos por Dios. (Carta 178)
¡Ah, permanezcamos, pues, muy lejos de todo lo que brilla, amemos nuestra pequeñez, deseemos no sentir nada; entonces seremos pobres de espíritu, y Jesús irá a buscarnos, por lejos que estemos, y nos trasformará en llamas de amor... (...) La confianza, y nada más que la confianza, es la que debe conducirnos al amor... (Carta 176)

No hay comentarios: